Plegar, plegar, plegar, en esa palabra se definía mi vida. Empezaba el día plegando la ropa: camisas, calcetines, camisetas, delantales, pantalones, trapos. Cada uno con un pliegue conciso, exacto, en la costura, en la ranura, en ese lugar estratégico para desplegarlo bien. En esa línea perfecta para que no quedaran arrugas. Plegaba la ropa como había plegado también mi voluntad ante una familia. Como plegué un día de trabajar, porque trabajar ya parecía más un capricho que una necesidad. Y pensaba, cada día, en el momento en que cambié los pliegues del hojaldre y las masas, los pliegues de un cuerpo joven por los pliegues de la ropa y los pliegues de mis arrugas; que añoraban, cada día, los pliegues de antaño.
[one_third]Ingredientes
1 paquete de pasta filo
mantequilla fundida
300 g queso brie
1 mango grande maduro
125 ml de vinagre
90 g de azúcar
½ cucharadita de mostaza de Dijon, 1 pizca de jengibre molido, 1 clavo[/one_third]
[two_third_last]Elaboración
Empezar preparando el brie: cortarlo en dados de unos 2-3 cm de lado y reservar.
Para el chutney, cortar el mango a dados e introducirlo en una cazuela de base ancha junto con  el vinagre de manzana, el azúcar, la mostaza, el jengibre y el clavo. caramelizamos primero a fuego fuerte y después cocemos, a fuego bajo y moviendo la cazuela de vez en cuando para que no se pegue, durante unos 20 minutos. Retirar y reservar.
Preparar los raviolis de brie: cortar las láminas a cuadrados unos dos centímetros más grandes que el brie y pintarlas con mantequilla fundida. Superponer dos láminas y colocar el brie en el centro. Envolver los dados, pintar con mantequilla e introducir en el horno, a 190ºC, durante unos 10 minutos, o hasta que esté dorado.
Servir inmediatamente, sobre el chutney, y a disfrutar del contraste del filo crujiente, del brie fundido y del agridulce del mango! [/two_third_last]
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