A sus seis años, esa ballena apareció majestuosa delante de sus pies de niño. Brillante, colosal y robusta, de un color plata y luciendo piel escamosa debajo de un cielo límpido, le retuvo la mirada y sus ojos no pudieron separarse de esa mole de plata. La ondulación de su cola, el movimiento imperante y su potente resplandor le llenaron los ojos de lágrimas. ¿Esa era la Moby Dick de sus cuentos? ¿La había conocido, por fin? Sus padres, mirándole, supieron en ese mismo instante que lo había entendido, que a través de sus ojos de niño pudo entender más rápido que nadie el arte y las curvas del Guggenheim de Bilbao, la ciudad que los había unido. La ciudad de los pintxos, del bacalao y de las kokotxas, de las calles llenas de gente y los bares llenos de palillos.
[one_third]Ingredientes
1 barra de un buen pan
3 patatas
400 g tronco de bacalao
2 tomates maduros
2 guindillas, 2 dientes de ajo
aceite de oliva
100 g aceitunas negras
30 g aceitunas verdes
3 anchoas
4 hojas de albahaca[/one_third]
[two_third_last]Elaboración
Confitar el bacalao cubierto de aceite, 20 minutos a 100º en el horno. Dejar que el bacalao este tibio y separar las láminas con la mano.
Cortar el tomate en medias lunas finas. Hervir la patata con piel y machacar en un bol con aceite de oliva virgen y sal.
Para preparar la olivada, triturar en el túrmix las olivas, las anchoas y la albahaca, hasta que quede con textura homogénea. Para montar el pincho, cortar el pan en rebanadas finas, cubrir con patata machada, disponer una media luna de tomate y acabar con 3 ó 4 láminas de bacalao. Decorar con la olivada y servir. Este pintxo se puede comer caliente o frío, por la jugosidad del bacalao confitado y de los demás ingredientes. [/two_third_last]
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