Ahora que son noticia, queremos hacer un homenaje a nuestra historia con más sabor: la de los colmados, ultramarinos y todas esas joyas en las que se compraban nuestras más queridas latas de conservas. Aunque los colmados son algo que cualquier turista debería tener en sus planes, queremos reivindicar el encanto e interés para nosotros, los locales.
Y, ¿porqué nos encantan? Los colmados son pequeñas tiendas, llenas hasta arriba de las mejores conservas de pescado, vegetales, nuestras especialidades en cereales y arroces, aceites excelentes de nuestras tierras, mermeladas y confituras de las de antes, chocolates y galletas, pastelillos y una larga selección de vinos y licores, de los que se conocían como digestivos. Pero, más allá de toda la selección de artículos trabajados, excelentes y nuestros, alrededor de todas las delicias, están los envases. Botellas de anís, cajas de lata modernistas, etiquetas que han seguido con una imagen única, nuevas marcas que innovan desde la tradición…en los colmados, más que almacenes de comida, son expositores de la historia, de nuestra historia más cotidiana, de las costumbres de toda la vida y de los gustos de nuestros abuelos. De lo que queda de único y particular en una ciudad como la nuestra. En homenaje a todo esto, hoy escribimos sobre ellos, por si no os habéis acercado, conocer todo aquello que hay de auténtico en estas tiendas centenarias, en nuestros Guapos para siempre:
1) Colmado Quilez- La Fuente, uno de los más conocidos y populares, lleno de latas y botes, y en el que se puede encontrar cualquier tesoro de nuestra gastronomía. Hoy en día lo lleva la familia La Fuente, por lo que, a la gran selección de productos gastronómicos, hay que añadirle multitud de los mejores destilados. Los tiempos cambian y el colmado evoluciona, pero no ha perdido ni un poquito de su autenticidad, ni tan sólo las batas. No sabemos qué pasará con su local, pero de momento, podéis encontrarles aún en Rambla Catalunya, al menos hasta el final de este año (ver mapa)
2) Colmado Múrria, uno de los mejores ejemplos del modernismo catalán hecho colmado: sus letras, escaparate y entrada ya merecen la pena, pero es que entrar en esta tienda del 1898 es un salto en el tiempo: sus muebles, su bata, su bigote. Pero también los detalles de todos sus productos gourmet: desde el foie a las conservas de pescado, pasando por los chocolates de autor y su variedad de quesos; sin duda, los productos del colmado Múrria los acreditan como especialistas gastronómicos.(ver mapa)
3) Mantequería La Sierra, mucho menos turística pero igual de interesante, menos gourmet pero igual de exquisita, La Sierra está llena de quesos, embutidos, infinitos productos para nuestros vermuts y legumbres y arroces. Y, aunque pueda sonar menos que los otros dos anteriores, en este colmado se respira historia por todos lados: artículos y fotos con su historia, una fachada digna de estudio y suelos como los de antes. Un marco incomparable para sus magníficos productos. (ver mapa)
Y ahí están, los tres imperdibles, entre todos los otros de la ciudad, más pequeños y desconocidos pero igual de encantadores y particulares: sitios a descubrir para que no desaparezca el pasado, productos a probar en cualquier aperitivo y souvenirs perfectos para amigos de fuera. Y, para acabar con un dulce, otras tres joyas gastronómicas de diseño histórico: La Pastisseria Escribà (1902) en Las Ramblas, la Confiteria J Reñé (1910), en Consell de Cent, y una que nos conocemos muy de cerca, la Pastisseria Brunells, en Carrer Princesa.