Sabemos que lo habréis notado, casi cada domingo disfrutamos de un buen taller de arroces en bcnKITCHEN. Y si lo hacemos, es porque es una de las mejores maneras de pasar un domingo, empezando a una hora prudente de la mañana, cocinando con una copita de vino y degustando, en un banquete de mediodía de domingo, el maravilloso abanico que un sólo ingrediente ofrece.
Nuestro taller de arroces se basa en los recuerdos de un buen domingo en familia, de reuniones alrededor de una gran mesa llena de platos vacíos esperando el arroz humeante que va a coronar la mesa cuando haya culminado su último hervor, de peleas por ver quién tiene más, y de aplausos cuando el cocinero o la cocinera presenta el arroz a la mesa. Nuestro taller de arroces se remite a una tradición tan importante y especial como es la del arroz en nuestra mesa, y en definitiva, en las mesas de toda la costa Mediterránea. En el taller, un risotto, una paella y un caldoso compiten para llevarse la atención y los méritos. Un arroz meloso, un seco y un caldoso. Distintos granos, distintas bases, distintas cocciones, diversas técnicas e infinitos secretos, todo alrededor del arroz.
En el taller, distintos tipos de personas se reúnen alrededor de este ingrediente: quien adora el arroz y es el encargado incuestionable de arroces de la familia; quien disfruta mucho con el arroz pero no acaba de salirse con la suya cuando lo cocina; y quien, pese al gusto que tiene por el arroz, se siente un completo desastre cocinándolo. Al principio quizás cuesta, pero a la que llevamos media hora de taller, todos se ubican en un tipo y comparten sus experiencias, trucos, miedos y anécdotas con el grupo y con el chef. Y todos se sorprenden, paso a paso, descubriendo nuestros consejos y las técnicas que ofrecemos los chefs en el taller, cambiando percepciones y sugeriendo nuevas formas de cocinar el plato estrella.
Y, como siempre, al final, comemos en nuestra gran mesa de madera. Entonces, indiscutiblemente, risotto, caldoso y paella vuelven a competir por el que tendrá más fans. Será el risotto, con su melosidad que funde en la boca para dejar ese sabor intenso de sus ingredientes? Será la paella, tan particular de cada uno y con su festival de mejllones, cigalas y gambas? O será el caldoso, con su fumet lleno de sabor y color que hacemos antes de empezar con nada? Cada uno, tendrá el suyo, porque de arroces no hay nada escrito, pero lo que garantizamos es que, después de las dos horas de cocina y del festival de comer los tres arroces, existe una familiaridad tan de domingo que nunca un grupo ha podido evitar hacer sobretaula durante un buen rato. Y ¡que así sea!