Caravelle es un local en pleno raval, inundado de luz y con una decoración retro escandinavo chulísima. En cuanto entras por la puerta te sientes como en casa, el olor a café en el ambiente y los camareros que son súper majos te sientan enseguida. Una vez sentado, menú en mano y listos para elegir… ya sea un brunch en fin de semana, o una comida casual, o una cena con amigos, aquí hay para todos los gustos. Pocos platos aunque hechos con mucho mimo y esmero y muy variados entre sí. Nosotros fuimos a tomar un brunch y los huevos pochados con aguacate y feta ¡son un exitazo! Por no mencionar las potentes albóndigas mexicanas que están de rechupete o si preferís el brunch dulce… tienen unas tostadas al coco, con fruta y helado de vainilla que no te dejarán indiferente. El café es espectacular, y el ambiente relajado.
En Caravelle abogan por lo propio, su lema es “si lo podemos hacer nosotros, para que comprarlo†y con esa filosofía elaboran su propia cerveza, hacen ellos el pan, ahúman y curan… en fin unos artesanos de los de verdad, y al comerse un plato en Caravelle se nota que el producto es bueno y de temporada conservando la sencillez de lo bien hecho.
La próxima vez que vayamos probaremos su cerveza casera, que se llama Galactic Pale Ale y es elaborada por ellos mismos y en Cataluña, y lo acompañaremos de tacos que nos han dicho que están de rechupete.
Caravelle